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15 de mayo 2017

Ida y vuelta por los Andes


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En cualquier vacación patagónica, siempre se destaca la mezcla de costa y cordillera de la región. En el transbordador de Puerto Montt y Puerto Natales, y en el crucero desde Punta Arenas por los fiordos fueguinos, el interminable paisaje de mar y sierra me mantiene despierto durante largas horas –aún en el medio del verano en el Cabo de Hornos, cuando todavía hay luz natural a las 11 p.m. y el amanecer comienza alrededor de las 4 a.m.

Hace más de un siglo, antes que el turismo marítimo organizado alcanzara al extremo sur de Sudamérica, existía una alternativa de agua dulce. En 1913, el fallecido Presidente de los EEUU Theodore Roosevelt, se convirtió en uno de los primeros en navegar los lagos de lo que luego pasó a ser el primer parque nacional chileno –hoy día el Parque Nacional Vicente Pérez Rosales– rumbo al resort argentino de San Carlos de Bariloche.

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Cuando Roosevelt realizó la travesía, la ruta terrestre-acuática involucraba caminar o cabalgar entre algunos de los diversos lagos. Eso sí, hoy en día, consiste de un cómodo traslado en bus y embarcación que se inicia en Puerto Montt, atraviesa el resort lacustre de Puerto Varas y que se embarca en el catamarán Lagos Andinos en el villorrio de Petrohué, dentro de los límites del parque.

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En el extremo este del lago, el asentamiento de Peulla ofrece alojamientos excepcionales, incluyendo al histórico Hotel Peulla y al Nuevo Hotel Natura, pero la mayoría de los pasajeros continúan hasta Bariloche, para un largo día, pero de impresionantes vistas, que ofrece uno de los mejores paisajes de los Andes. Hay dos transbordos relativamente cortos en el lado argentino, y un crucero más largo en catamarán por el Lago Nahuel Huapi, que le da su nombre al parque nacional de ese lugar. Si el tiempo lo permite -normalmente el lado argentino es algo más seco– el paisaje que se divisa es espectacular.

De regreso en Puerto Montt, para tomar el transbordador al sur hacia Natales, es más rápido tomar cualquiera de los cómodos buses internacionales volviendo a Chile –sobre una carretera de montaña con hermosos paisajes– pero siempre vale la pena pasar unos días en el lado argentino. El traslado por el Cruce Andino está abierto todo el año, pero en el invierno requiere pasar una noche en Peulla, porque los días son tanto más cortos.

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