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08 de mayo 2017

¿Hielo, Helados, o Ambos?


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Todos los que se toman unas vacaciones en la Patagonia o que se suben a un crucero patagónico, esperan ver los grandes glaciares de los Fiordos Fueguinos chilenos o los masivos campos de hielo sur que culminan en el Glaciar de Moreno en Argentina. Aunque hay otras delicias heladas que esperan a los visitantes – en sus paladares, bajo la forma de helados (o gelatto, si así lo prefiere). Algo de eso se encuentra en la Patagonia misma, pero también es popular en ciudades de entrada, tales como Buenos Aires.

La mayoría, aunque no todas las delicias son argentinas, derivadas de la tradición italiana que se ha difundido por el país.  Me agradaría recomendar una muestra de heladerías y de sabores, aunque reconozco que personalmente estoy prejuiciado desde el comienzo: no comparto la adoración por el dulce de leche, elaborado a partir de leche caramelizada (que los chilenos llaman manjar) que tiene babeando a todos los argentinos y a muchos chilenos. Personalmente, lo encuentro demasiado dulce, y si deciden probarlo, no digan que no los advertí.  No me referiré más al tema.

 Durante más de tres décadas, personalmente mi favorita ha sido Cadore, en el distrito del Congreso, en el centro de Buenos Aires (una de las ciudades de entrada para muchos con itinerario hacia la Patagonia). Bajo la mano de la misma familia desde que se fundó en los años 50, ha sido galardonada en la misma Italia.  La gama de sabores puede que sea menos variada que algunas heladerías más contemporáneas, pero la calidad es extraordinaria. Mis recomendaciones: el  chocolate amargo y el mousse de limón son una combinación imbatible.

En la Patagonia Norte de Argentina, en la base de los Andes, el pueblo de El Bolsón es la cuna de los Helados Jauja, que producen muchos sabores estándares pero que se especializan en sabores de frutos locales, entre ellos la baya silvestre del calafate (de acuerdo a la leyenda, el que coma de esta baya regresará a la Patagonia por más). En los últimos años, esta heladería única en su tipo, ha abierto sucursales en Buenos Aires y otros lugares, pero todavía produce todo en su hogar de origen. Mi recomendación: calafate con leche de oveja y mate cocido con tres de azúcar (la infusión favorita de los argentinos, algo comparable con el té verde, también popular en partes de Chile).

Mientras tanto, en el puerto chileno de transbordadores, Puerto Natales – la puerta de entrada a las Torres del Paine – Mesita Grande es una pizzería que toma su nombre del único y largo mesón que sus comensales deben necesariamente compartir. Dicho esto, ahí preparan sus propios helados y, cuando distraídamente mencioné el sabor de calafate de Jauja, el gerente argentino de la Mesita se desvivió por rastrear las bayas y leche de ovejas para intentar duplicarlo.  Un par de días más tarde, me llamó por teléfono para ir a probarlo y el resultado fue un prometedor experimento que no se encuentra en el menú normal. Sin embargo, en su ausencia, aquí van mis recomendaciones: chocolate y ruibarbo. También hay una nueva sucursal en Punta Arenas, la puerta de entrada a los fiordos glaciales de Tierra del Fuego.

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